domingo, 25 de septiembre de 2011

La casa del sol naciente, de Evelyn García, o la transparencia de la escritura

Por: Gloria Zegarra Diez Canseco (*)

El año 2008, Evelyn García sorprendió a los críticos con su primera novela: Un talismán para Liu, la cual publicó con el seudónimo de Jesús Egúsquiza.

El relato pleno de originalidad y de un ambiente inquietante y poético, se desarrolla con fluidez; los personajes muestran un acertado dibujo de sus diversas psicologías, las que se surgen y se perfilan a través de los diálogos y actitudes más que a través de una descripción intencionada o evidente. Todo ello dio como resultado que los críticos auguraran un prometedor futuro a la autora.

Cuando llegó a mis manos el segundo libro de Evelyn García: La casa del sol naciente –recientemente aparecido–, confieso que me dejó fascinada y lo leí de un solo tirón. Algo peculiar debía tener aquella novela para cautivarme de tal modo.

Aun cuando no ejerzo el papel de crítica literaria, también es muy cierto que soy muy difícil de contentar, y que –al igual que el escritor Oswaldo Reynoso– considero que el hecho de haber convertido la actividad editorial en una actividad comercial, en la que hasta los premios literarios suelen verse a menudo comprometidos, ha dado como resultado lo que Reynoso llama “literatura basura”, que al verse ligada a ciertos nombres y editoriales, trae consigo ediciones millonarias y satisfactoriamente productivas.

Desgraciadamente, a menudo el marketing no va acompañado por la calidad. Llevada por esta cautela, me decidí a leer por segunda vez, y de forma más lenta, el libro en mención, y descubrí varias razones para explicar el “por qué” de aquella fascinación.

En primer lugar, debo resaltar el lenguaje. Confieso que en la lectura de muchos escritores contemporáneos suelo extrañar la belleza del lenguaje, cierta poética transparencia, que sugiere tantas cosas y que reafirma el hecho de que cada lector hará una lectura diferente y que posibilita –en cierto modo– su complicidad creadora.

Esto no supone, de ninguna manera, que si en una novela aparecen personajes de los llamados “bajos fondos” se pretenda que hablen depurada o poéticamente.

El segundo aspecto, se refiere a la captación de este mundo de niños en trance de adolescencia. Época en que los sueños y la maduración de las pasiones, nos llevan a asumir actitudes a veces contradictorias que nos sumen en la confusión, la tristeza o el temor. Confieso que ello me permitió regresar muchos años atrás y revivir experiencias singulares, pues, por coincidencia, yo también, como la autora, tuve al Bosque del Olivar de San Isidro, como lugar dilecto de mis paseos solitarios o realizados con mis compañeros de estudios de aquella época. De haberme dedicado a la novelística, también me habrían inspirado más de un relato. Dicen que la magia del escritor no radica en lo que cuenta sino en cómo lo cuenta y a Evelyn García le sobra de esta “magia” para contar.

En tercer lugar, debo mencionar el desarrollo de ciertas técnicas que sitúan a la autora dentro de la novelística contemporánea: Me refiero al uso de los ‘vasos comunicantes’, la forma en que se alternan las páginas del diario de Daniel Stutzman (un personaje ya fallecido), con el mundo de Martin Croizen. Ambas líneas argumentales se desarrollan durante la época de la Navidad, pero distantes un año una de la otra. Por ambas líneas transitan los mismos personajes, no obstante, el carácter que predomina es el de Daniel Stutzman. Pero Daniel no es solo un fantasma, Daniel es el sol que va iluminando toda la historia. Es el sol que nos rescata de la oscuridad, que pugna por vencer en Mina Stutzman, la hermana mayor de Daniel, y que la termina por derrotar.

A través de toda la novela, los personajes adultos son tratados más someramente, pero ello no nos impide atisbar la psicología de sus personalidades y los males que los atormentan, sobre todo, en el caso de Geri Croizen, la doctora psicoanalista, hermana de Martin Croizen.

En resumen, el libro es una obra pletórica de magia y de belleza, donde el clima poético, a veces idílico, subyace en cada una de sus páginas. Tenemos que darle gracias a su autora por habernos brindado el goce posible de su lectura.

(*) Gloria Zegarra Diez Canseco. Egresada de la Facultad de Letras  y de la Escuela de Periodismo de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Especialidades en la rama de Pedagogía y Psicología.
Se ha desenvuelto como docente en diversas instituciones educativas, como la Universidad San Ignacio de Loyola, la Universidad de Lima y la Universidad del Pacífico.
Su labor cultural y de intercambio literario se ha extendido por Argentina, Chile, Bolivia, México, Venezuela, Estados Unidos, Francia y España. En este último país realizó una destacada labor en el programa televisivo 300 millones, el cual era transmitido a nivel internacional.
Su labor ha obtenido el reconocimiento oficial de los gobiernos de Ecuador (Orden del Inti Yan), Argentina, Bolivia, México y Venezuela (Gobernación y el “Ateneo de Caracas”).
En Madrid fue invitada como oradora por la Universidad Complutense y el Instituto Cultural de Cooperación Iberoamericana.
Ha obtenido diplomas otorgados por la Sociedad de Escritores y Artistas, y por la Sociedad Cultural Campo Abierto, en mérito a su labor de difusión cultural.
Es fundadora del Teatro de la Universidad Católica y del Club de Teatro de Lima, donde además se ha desempeñado como docente. Como actriz ha sido nominada por la crítica en seis oportunidades como La Mejor Actriz del Año.
Ha colaborado en las revistas literarias: Alpha (Perú), El Corno Emplumado (México), Cormorán y Delfín (Argentina); Hoy en la cultura (Argentina) y en los diarios El Comercio (Perú) y en el suplemento Papel Literario del diario El Nacional de Caracas, Venezuela.
Los poemarios que ha publicado y que le han valido elogiosas críticas son: Geografía íntima (Primera edición 1965 y Segunda edición 1997), y El Ciervo (1985), un libro de preciosa factura.
Las antologías en las que figura son: La mujer peruana en la poesía (1971), Antologías de la mujer peruana (1986), Peruanas del Siglo XX (1995), Poetas Peruanas (2006), Poetas Peruanas de Antología (2009), esta última elaborada por Ricardo Gonzáles Vigil.
También figura en antologías virtuales como:
Actualmente, se encuentra en prensa la edición de sus Obras Completas, que contendrá los siguiente trabajos: Poemas de infancia y adolescencia, Geografía íntima, El Ciervo, Alba sobre ceniza, El Verbo enamorado, Imagen obstinada, Compañeros de ruta, El aroma del silencio, Cántigas del amor perfecto, y Del Manantial oculto.

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