viernes, 25 de febrero de 2011

Narrar en el desierto...

Diario La Primera
22 de febrero de 2011
Por: Marco Fernández

Ha estudiado comunicaciones y artes plásticas en universidades peruanas, y un máster en Salamanca, por ejemplo, y aunque sus labores hayan sido diversas, siempre ha estado ligado al arte y tuvo muy en claro que no claudicaría hasta lograr su sueño: escribir y publicar las historias que, desde niño, ha ido cultivando y cosechando en la memoria con la materia prima que su propia realidad le ha ofrecido en estas cuatro décadas y media de vida.

Tuvo una abuela nasqueña que alimentó su imaginación con historias de aquellos parajes. “Ella había nacido en el siglo XIX y vio el amanecer del siglo XX”, dice Francisco Maurial Mac Kee, “y me ha gustado leer lo que me interesa. Siempre supe que me iba a dedicar a la escritura y a la Música. He estudiado artes plásticas en la U. Católica, Comunicaciones en la U. de Lima. En esta conocí a Enrique “Paco” Pinilla y a Domingo Piga, profesor de teatro. Piga me alentó a escribir y Pinilla me dijo que me dedicara a la Música. Me decidí por las dos cosas”.

Guitarrista clásico, Maurial empezó a escribir este libro en España, cuando en un momento de soledad llegó a sus manos una laptop, y se dijo: voy a intentar a escribir las historias de Nasca. Quería referencias reales, el crimen de la novela fue un hecho real; pero luego deja de lado el crimen y se dedica a ilustrar la psicología de los adolescentes en un entorno de soledad, de sequedad, de desierto, en un fin de semana de marzo en el año 1939. “Dos hermanos, de 13 y 14 años, una noche, escuchan dos disparos y se enteran que ha habido un asesinato. A partir de ese momento intentan compensar su miedo jugando a que van a encontrar puentes de agua para canalizar el caudal del río y traer agua a sus albercas, piscinas, donde se distribuye el agua. En eso, sucede una paraca (un viento fuerte) y, al pasar, se encuentran cara a cara con el asesino”.

¿Y los geoglifos de Nasca? “Indirectamente están. Los que guían y venden cosas en Nasca (en la realidad) hacen como pinturas, cuadros, dibujan el colibrí, el mono o el candelabro, en negro y luego lo tratan como si de noche brillaran por obra del fuego o mineral que destella la luz. ‘Porque de noche se iluminan las líneas como si fueran líneas de fuego’, me dijeron. Gabriel, uno de los personajes, llega a una zona en donde reconoce los geoglifos y menciono ello”.

—¿Por qué “El rayo de la serenidad”?

—La serenidad es un instante, pero es un instante en que se ingresa en un umbral de limpieza donde se estabiliza la mente con el cuerpo y el alma. El rayo por la fuerza y la rapidez de ese instante.

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